“Ny estaba sentada en el parque, cuando el cielo se nubló y una brisa amarga y oscura pasó entre los árboles y desordenó los pliegues de su falda”.
El cuento que Gabriel García Márquez escribió en noviembre de 1950 comienza con una oración rotunda. Solo el nombre del personaje hubiese bastado para convertirlo en un regalo hecho a mano, pero había más en esas líneas. Había un pájaro que cantaba, mientras el fin del mundo arrancaba de cuajo todo lo conocido. Era perfecto, pensó.
Pudo haberlo tecleado en una computadora y haber pedido a algún amigo que lo imprimiera. Sin embargo, según su lógica tierna, si así lo hubiese hecho, su amiga nunca sabría del verdadero esfuerzo, de las ganas tremendas de robarle una sonrisa en medio de esa otra brisa, también, “amarga y oscura”, que intuía la vapuleaba.
Pidió una hoja blanca, sacó un bolígrafo de tinta azul y escribió el cuento del Gabo con trazo firme. Primero el título: Ny, luego la primera oración y así hasta el punto final.
Cuando terminó, respiró satisfecha y salió a cumplir su misión. Como adivina de lo urgente, se entregó en un abrazo largo y solo después sacó la hoja. La escuchó leer el comienzo, ese que ambas habrían querido escribir y, por fin, sonrieron juntas.
El mundo desaparecía, pero Ny “siguió sentada en el banco, con las piernas cruzadas, de espaldas a la ciudad, oyendo detrás de ella el derrumbamiento de las armazones metálicas y sintiendo el ardiente vaho de la ceniza encendida…”
En medio “aquel estrépito diabólico”, el personaje pudo escuchar el canto del ave.
«“Todavía queda un pájaro”, pensó, y se puso a alisarse la falda con el dorso de la mano».
La serenidad de Ny sobrecoge… la hoja blanquísima, la letra, la tinta azul, la botella lanzada al mar, los muchos dulces y todos los abrazos, también.
De seguro ahora mismo hay un pájaro cantando. Ojalá. Habrá que estar listos para no perderse esa tonada salvadora, habrá que contar otro cuento.
(marzo de 2013)
me gusta el cuento, me gusta y no solo eso, me habría gustado escribir-lo también
confieso que en ese año el Gabo no lo escribiría tan perfecto y tú lo hiciste, me gusta la figura del pájaro, estoy encantado…
Me aferro al pájaro. Necesito su canto y sus alas, sobre todo sus alas. Un placer volver a encontrarnos en estos Ojos…Gracias a Leydi(http://botellasalmar.wordpress.com/) por pensar en mí cuando leyó el cuento y a ti por dejar tu huella, por alentarme…
querida es usted una mujer de hermosos ojos que no necesita alas para volar, basta con cerrarlos, encoger un poco el cuerpo y levantar los brazos y en ese instante ya estarás volando, pero no solo eso, basta que te sientes un segundo y te pongas a escribir y que de tus plumas salgan historias increíbles y llenas de esa magia con la que solo tú las puedes dotar
Voy a cerrar los ojos….
y cuando empieces a volar no olvides pasar por mi casa te estaré esperando para platicar un largo rato…
Déjame bien la dirección para llegar a la buena plática, mira que soy medio despistada 😉
Calle de la esperanza esquina con sueños placenteros numero pasión
El de nunca acabar,y al final todos nos llevan al mismo lugar para poder decir al fin. Y después volver a empezar el próximo esperando siempre que los finales sean distintos y que nadie se de cuenta que uno es una copia de algo por lo que ya pasó alguien. No haces nada con cerrar los ojos, amiga Nyliam, sino mas bien dejarlos bien abiertos para que puedas exteriorizar tu interior. Un abrazo: Modesto Reyes Canto.
Aquí dejo parte de mí y conlos ojos bien abiertos, Modesto…;)
Coincidencia, «N» de Nilyan y «y» del yo que sentado en una computadora espera a cada momento ese vuelo tuyo que envidio y que traes con tu canto escrito. Cuídate pájaro, ah y sigue con esos hermosos ojos bien abiertos para que no importe que se caiga detrás una ciudad pues ahí seguiremos para entre todos volverla a levantar.
Guille, qué maravilla sentir ese sostén. Qué buenos los ánimos para seguir edificando.
Mi wordpress no me deja decir que este nuevo «cuento» tuyo me gusta 😦 WordPress malo malo, pero no importa, yo le gano la batalla y te dejo escrito aquí que me gusta, me gusta, me gusta y además, que te quiero sin tamaño…
Eres una medallista de oro!!! Yo también te quiero y a la N 😉
Yo, sacada del mar, te dejo un ancla… para que encuentres algún barco en tus orillas.
Beso hermanita… beso salado para ti.
Me aferro al ancla.Es el mejor amuleto.Gracias por ella, las pelis, y los abrazos. Ojalá el ancla se convierta en faro para guiar a los barcos…Un beso a la N
Para encontrar barcos en el mar primero hay que salir a navegar… ya verás como las olas te dan empuje.
Allá vamos….
Ny:
Ayer escuché el último disco de Ana Belén, y con la canción “No estás sola” recordé este post. Te anoté un pedacito (no de mar, sino de canción) y aquí va: “No estás sola, alguien te ama en la cuidad. No tengas miedo, que la alborada llegará. No estás sola, te queremos confortar. Sal al aire, cuéntanos de lo que vas. La noche es así, niña, no olvides sonreír, que mañana empiezas a vivir”. (Y me pareció que Ana Belén decía: “La noche es así, Nyliam, no olvides sonreír”) 😉 también dice que si te pones el mundo de almohada, soñarás mejor…
Mima te manda un beso.
Lo mejor fue escuchar esa canción a través del teléfono, lo mejor es que Mima, tú y la ola salada más dulce del universo sostengan lo que queda de un mundo con su sombrero no de «coma», sino de «punto», que parece que es mejor…Cuando logro dormir sueño arropada por ustedes, por todos los cariños que se convierten en almohadas…TQM
En ese cuento era un solo pájaro. Para ti canta un todo un coro. Y lo mejor es que el mundo no se está acabando…. ni a tus espaldas ni frente a ti.
Menos mal que estás ahí para ayudarme a ver lo que no veo…