Llega vestida de blanco y lo moja todo. Estalla sobre la roca—que podría ser un coral—viene y va sin cansarse. Se regodea en penetrar cada escondrijo. Ilumina el rumor de la entrega, el brillo de las burbujas adueñadas del espacio… y se retira, y vuelve y la piedra parece sumida en un delirio, o soy yo. No sé.
La roca cambia de color en cada embestida feliz, se deja. El azul deja marcas y allá donde se pierde la mirada, donde no hay murallas, ni espuma, ni testigos de la humedad compartida, las nubes bajan y el sol, según el juglar, decide meterse en la cuna del mar a roncar. Esta vez se va más teñido de rubor.
El cielo se derrama en luminiscencias y la ola, con paciencia china, continúa sacando gemidos sordos a la misma roca, pero ya domada, plácida, distinta y así hasta el fin de los días. La espuma ha horadado todas las durezas.
Más allá de armaduras y poderosos escudos, ante la caricia no queda otra que rendirse.
Nyliam: Eres tú. Sí sé.
uf!!! qué alivio, Enrique, con uno que sepa…un beso a la N para el caimán
Las olas, Ny, y la espuma… siempre vienen juntas.
Un excelente pretexto para el estremecimiento…;)
Perdida por un tiempo y ahora llegaste en forma de ola, rompiendo la piedra que se había adueñado por no ¨tener¨ tu mirada
Siempre voy a llegar, solo que por estos días hay que tenerme un poquitico de paciencia. Gracias, Guille.
Y la caricia puede ser en forma de verbo, de palabra escrita, de post de un blog. Gracias por tus caricias, por tus olas, por tu espuma, por tus ojos. Somos varios los rendidos. Como dices, no queda otra.
Soy una niña con suerte o de que otro modo se explica que siempre estés para sacarme una sonrisa, para elevarme…
llego con cierto -mucho- atraso a tus Ojos…pero llego segura de descubrirte en las olas, en los abrazos, y en muchas otras N que eres.
Nunca llegas tarde. Aquí siempre hay una mirada a la N para ti, mi Ley querida…