Deslizo la mano sobre la superficie de madera. Siento la capa de polvo negro adhiriéndose en la piel. Levanto la vista hacia el techo y… ¡Horror! ¿De dónde salió esa tela de araña? Descubro que hay más. No quiero mirar. Voy a prepararme un té.
Enciendo el fogón. Humm… ¡¿Grasa?!, pero si desde su rincón me mira el mismo pomo de aceite que compré hace tres meses. ¿Cómo es posible? Ya no quiero té. Algo anda mal. A donde miro encuentro un polvo que parece ancentral. No entiendo. (más…)