No lo encuentro. ¿Dónde lo habré dejado? He buscado por toda la casa y no lo veo. Ya sé que puede estar en el rincón más insospechado, a fin de cuentas, ese es el truco de no tener cable, pero a veces pierdo un tiempo precioso tratando de adivinar dónde quedó desde la última batalla, desde el último silencio.
El teléfono inalámbrico puede estar en el baño, debajo de los cojines del sofá, en el estante de la cocina, cerca del cesto de la ropa sucia, en la cama, y hasta en su pequeño trono. Pero a veces no está en ninguno de esos sitios y la búsqueda da rodeos sobre los mismos puntos sin que aparezca, sin que suene, aunque sea para descubrirlo.
La ventaja de que la modernidad haya entrado bajo mi techo —convengamos que la más reciente marca de “la modernidad” es ese aparatico negro ahora perdido, y también que no vino sola, sino fue traída y conscientemente dejada — es que, en cuestión de segundos, logro convertirme con más facilidad en mujer pulpo. Antes la metamorfosis costaba un poquito, a veces sencillamente no podía ocurrir y había que conformarse con esperar, con terminar.
Ahora no, ahora puedo teclear e intentar seguir el hilo de las siempre poderosas razones de mi madre, puedo ir hasta la cocina y callar el chillido de la tetera de agua hirviendo sin que desaparezca su voz o deba interrumpirla abruptamente. Puedo tender la cama, preparar el desayuno, besarte, dejar que me beses y seguir con el plástico pegado al oído.
Pero mi madre no entiende tiempos modernos.
— ¿Y tú por qué estás alterada?
— No estoy alterada
— ¿Y esa voz?
— Mami, estoy fregando, tratando de poner unas habichuelas al fuego y hablando contigo… ah, y me tengo que ir ya para el trabajo…
Cuando reparo en la angustia de no saber el paradero del teléfono “moderno”, recuerdo que meses atrás la movilidad dependía de un cable largooooooo, comprado expresamente para lograr que otro se pareciera a él, puro invento. Ahora que no lo encuentro, que exalto los aspectos negativos y me consuelo pensando que si no hubiese corriente no funcionaría (no es el caso), me tomo un respiro. Sé que cuando por fin suene, valoraré más poder escucharlo en la distancia y quedarme inmóvil en la cama, con la almohada bajo los pies y el libro de turno en la mano, para luego pedirte, con cara de súplica: “alcánzamelo ,por fa…”
Todo este soliloquio sería innecesario si no fuera por este silencio. Hasta los vecinos del solar parece que se mudaron o murieron todos de golpe (creo que son como 60). La modernidad no se habría esfumado si hubieses cumplido tu palabra. Yo creo que todo ocurre porque el bendito teléfono se sabe el personaje estrella, junto al microwave casi de estreno. Ambos tienen el sartén por el mango, se aprovechan y por eso me asustan; uno con roturas ficticias y el otro con jueguitos a los escondidos. No se puede negar que con tanta prisa hacer cuatro cosas a la vez otorga ventajas y comer comida caliente sin mucho esfuerzo, también.
El asunto podría tener una solución simple….volver a dar un recorrido por los más insospechados rincones, escuchar milagrosamente temprano tu anunciación, y más fácil aún, que el sonido de un timbre alumbrara el camino.
Por ahora solo silencio. Bueno, no tanto, mis vecinos resucitaron. Me rindo. Ya aparecerá, o mejor, la modernidad… ya sonará.
te entiendo!!!! yo al fin ya estoy cerca de recuperar de nuevo mi modernidad…jajajajjaja
Me alegro, trata de que no se te esconda…;)
¿Quieres que te timbre? Si no lo has encontrado aún podrías así descubrir su paradero 🙂 jejeje Besitos sin tamaño
Dale, tímbrame y así se acaba el silencio.Además, apereció pero se volvió a perder, siempre se pierde. Besos a la N…
ja, esa es la misma solución que le iba a dar, o auto-timbrarse! 😀
Tú siempre me sorprendes y me has ayudado a encontrarlo más de una vez 😉
ring ring
– Hola,
……….el objetivo no era que lo encontraras sino que se acabara ese silencio exterior, pues tu interior no se silencia por suerte para mi y para aquellos que necesitamos de tus soliloquios
Gracias, Guille,por arrancarme una sonrisa.Después de los Ojos a la N la soledad nunca debería rondarme, pero a veces… luego vengo, aunque demore siglos en escribir, no por falta de ganas o de historias, y ahí están ustedes, los lectores de mis miradas y hacen trucos como este, que me suavizan el rostro estresado… Gracias otra vez por soportar mis soliloquios, por tenerme paciencia…Yo necesito mucha paciencia 😉
ERROR, ERROR, ….. (modernidad), tu no necesitas de mi paciencia, soy yo quien necesita no impacientarse esperando lo que tus «ojos» me muestran porque al final siempre aparecen con algo nuevo y especial
Tengo la impresión que no es el telefono lo que perdistes, creo que estas atrapada en una soledad de la cual no eres conciente. El ruido de las rejas que mencionas no te ayudan a encontrarte con ese espacio, en mi opinión te precipitan a ese vacío en que te hallas. Parece que «andas intentando refigiarte en un pasado» que te impide ver el horizonte que tu mereces, incluso en las tardes grises y nubladas.Ojala que mas que encontrar el telefono, rias con carcajadas, brillen tus bellos ojos de forma permanente y una mano te abrace, no por compañia transitoria sino por eternidad.
El teléfono, como metáfora de silencios, por suerte, solo se pierde a veces. Estoy rodeada de seres humanos que pintan mis grises, que hacen más fáciles mis días. Soy privilegiada, hay quien nota que necesito regresar a casa por la ruta del Malecón y por allí me lleva o me acompaña en la caza de culeros desechables para Isabela por cinco municipios distintos. Hay voces que nunca se pierden, ni siquiera cuando el aparatico se esconde, hay voces que siempre están ahí y son el sostén de mi mundo. Gracias Juan por llegarte a los Ojos. Bienvenido.
Hola compañera, acabo de llegar a tu blog por acasualidad, y el Avast (mi antivirus), se ha puesto como una moto a decir «Se ha detectado una amenaza». Creo que es por la imagen, y hasta ahí puedo leer.
Pd: Me ha gustado mucho tu entrada 🙂
Gracias, bienvenido…Ojalá puedas regresar y ningún virus te impida el paso.
Nyliam
Cumplo mi promesa de pasar por aquí. Y digo verdad si digo que me gusta.
Gracias
Me gusta cuando se cumplen promesas, me gusta la sinceridad… Iroel, gracias por llegar a estos Ojos desde tu Pupila. Un guiño a la N
Cómo está la gente de las provincias!!!! Dándole a la tecnología en la misma costura!… Pero, tú no necesitas teléfono, no necesitas celular, no necesitas computadora. Ni siquiera necesitas este blog. No te hace falta dominar idiomas extranjeros. Llega y muestra esos ojos y verás que no hay arma comunicativa que se compare con ellos. Lo dicen todo. Estremecen. Emocionan.
Yo necesito muchas cosas, por ejemplo, me has acostumbrado a tus letras y cuando te demoras… A veces ni los Ojos funcionan para hacer que me entiendan.
Perdóname las demoras. Te juro que no son intencionales y por lo general trato de evitarlas. Allá quien no te entienda. Malos entendedores y gente de sensibilidad pobre hay… pero llegar a no entenderte a ti…
jajajaj… y lo odioso que es cuando suena y no sabes de dónde viene el ruido!!