Crean. Sostienen. Estrechan. Acarician. Conocen el camino a las estrellas. Buscan secretos. Provocan confesiones. Atrapan miradas. Encuentran.
Las gruesas manos del hombre de campo, las ásperas del constructor, las del panadero de la esquina, aquellas que colocaron las puntillas en mis zapatos rotos, las inmaculadas del médico, esas con largos dedos hechas para el piano, las del cineasta que siempre buscan encuadrar la imagen, las que hicieron Revolución, las marcadas por la vida, las tuyas…todas: construyen este país, tejen historias. Hablan.
Algunas incitan al detenimiento. Hablan de sus dueños. Son hermosas. Otras no tanto y siguen siendo cautivadoras: les salen maravillas. Traducen lenguajes ocultos. Convocan a deliciosos ritos y solo dejan fuerzas para el estremecimiento.
Las pienso. Me obsesionan sus detalles, sus líneas, esos endurecimientos que cuentan otra versión de la existencia de cada cual, sus lunares, sus huellas escondidas. Sueño que todas están hechas para amar. Me quedo con el apretón, el abrazo, el sostén para la cabeza rendida, el roce bajo los cabellos, el éxtasis acariciador…
Como las manos, los ojos y los rostros también hablan. Te enviaría unas fotos a tu correo en las que se muestra con nitidez el lenguaje no verbal. Me han gustado mucho los pequeños relatos tuyos. Sigue así pues soy tu fiel lector.
Gracias, Ninita. Me hace feliz que formes parte de este proyecto. T.Q.M
Este post me recuerda unas fotos que hice de las manos de mis padres. En sus incontables arrugas vi el sacrificio de tantos años, por el bien de sus hijos y por el de un país.
Esas imágenes estuvieron en mi mente junto a las otras muchas que traje para escribir este post.
Hermoso el relato de las manos….sublime… debieras escribir para un medio mexicano…
saludos
preciosa
Marco S.V. desde mexico
[…] milenarios de ese arte, me resultaron ásperas y me dejaron dolores por todo el cuerpo. Aun con mi obsesión, en aquellas ni siquiera me detuve. Salí rápido a por las […]
«Como las manos, los ojos y los rostros también hablan. Te enviaría unas fotos a tu correo en las que se muestra con nitidez el lenguaje no verbal. Me han gustado mucho los pequeños relatos tuyos. Sigue así pues soy tu fiel lector.»
Un texto escrito con navaja, con la «sencillez de una piedra de arroyo». Cuando se ve algo escrito así se olvida lo impreciso que es generalmente el español. Solo le faltó poner «lectora», según se deduce de tu respuesta.