Hasta las profundidades de la tierra bajaron las melodías, la canción, pero antes, descendió aquel aplauso estremecedor. El embajador chileno en La Habana hizo saber que el concierto del trovador cubano, Silvio Rodríguez, el pasado 11 de septiembre, estaba también dedicado a los mineros atrapados, a los descomunales esfuerzos de esos hombres por sobrevivir. Pero este pueblo no necesitó demasiadas explicaciones. Sabía. Cuando los mencionó, no hizo falta nada más… Todos de pie intentaron que las vibraciones cruzaran el mar, recorrieran todos los kilómetros, descendieran.
Luego vinieron Silvio y los suyos. Danzaron los duendes de la noche, volaron las mariposas. Cada quien hizo venir sus nostalgias. A medida que se desgranaban los sublimes acordes de la banda sonoras de no pocas existencias, el tiempo se hizo «demasiado» corto. Que importa que después hubiera que regresar al trabajo para conquistar la madrugada a golpe de teclazos, o que persistiera la soledad acompañada. La noche fue salvada por todos los ángeles, por la poesía de Silvio.
Y mientras en La Habana muchos fueron presos por emociones diversas, a las fauces de la mina bajó todo lo hermoso que nos habita. Quizás ellos sintieron menos calor o algún eco lejano.
Cuando asciendan, alguien habrá de explicarles desde dónde llegaba la luz cegadora de aquella noche.
Viaje a otro concierto
No es un secreto. Mi vida está marcada por las memorias de China. Este reencuentro con Silvio en La Habana me transportó sin remedio a aquel que hizo suspirar a Beijing en junio de 2008. De ese concierto quedaron estas letras, publicadas en JR. Entonces provocaron la llamada de «Dios» e infinitos besos orgullosos.
Desde el centro de la añoranza
BEIJING.— «Nunca pensé cantar en China y con Silvio», fue lo primero que dijo el cantautor Amaury Pérez ante más de 300 personas reunidas en el salón principal del museo de arte Jintai. Silvio Rodríguez, la flautista Niurka González y Amaury ofrecieron a las víctimas de Sichuan y a todo el pueblo de China un concierto que, por más de dos horas, embelesó la noche beijinesa.
Fue un tiempo gratísimo. Las canciones sempiternas cobraron una vida nueva en el pequeño escenario chino. Todo pasó rápido, aunque se escucharon más de una veintena de títulos. La poesía fue sublimada con la flauta y los seres humanos reunidos para el acontecimiento lograron transportarse en el verso hasta el centro mismo de la añoranza.
Personas muy diversas nos acompañaron. El director de América Latina de la Cancillería china, Yang Wanming, estudiantes chinos de español, empresarios, el cuerpo diplomático latinoamericano, cubanos llegados de los más disímiles rincones de la capital china. Todos, y quizá fue lo más mágico de la jornada, se sumaron emocionados a los cantos al amor y a la vida. Algunos tarareaban, mientras recordaban fragmentos de las piezas; otros, susurraban las letras junto a nuestros artistas.
Los aplausos llegaron a convertirse en alguien más dentro del recinto. Ellos agasajaron a Niurka, Silvio y a Amaury con la pasión y la euforia de saberse partícipes de un momento único. Los acordes de guitarra, los golpes de viento que arrancaron notas magistrales a la flauta y las voces de los poetas, hicieron que se escucharan muchas veces, colmándolo todo. Agradecieron, pero sobre todo, entablaron un diálogo íntimo con quienes los hicieron nacer. Segundos de la emoción de un recuerdo, de la nostalgia infinita por Cuba.
Amaury, entre anécdotas simpáticas, que también hicieron saltar carcajadas, recordó los orígenes de la Nueva Trova, a su amigo Noel Nicola, la génesis de la inquietud juvenil que lo hizo componer canciones. Habló de su amistad de más de cuatro décadas con Silvio y apuntó en nombre de todos: «Nosotros nos sentimos honrados con la amistad entre Cuba y China y por eso este tiempo también está dedicado a la gloria de este pueblo».
Luego el trovador hizo venir canciones hermosas, algunas conocidas, una inédita. Allí estaba su amada esposa y para ella tuvo el más tierno de los guiños. Ella, entregada, atrapó cada instante con su cámara. Finalmente, con una interpretación a capella de Encuentros, Amaury dio paso a Niurka González y a Silvio Rodríguez.
Un tango exquisito fue el regalo de Niurka y el preludio para escuchar su simbiosis con Silvio y su guitarra. El ser humano especialísimo que hay en la piel del juglar, deleitó con recuerdos de su infancia hechos canciones. El papalote voló y el rabo de nube sacudió las almas. Más adelante él descubrió la libreta de piel en la que suele escribir para no olvidar, soñó y nos hizo soñar con serpientes, pintó una vez más el óleo de una mujer con sombrero.
«Cómo tiene amigos la Embajada de Cuba. ¡Qué bueno!», exclamó Silvio para luego cantarnos la soledad de Sinuhé, mostrarnos el corazón acompasado a la flauta, invitarnos a su Cita con ángeles, dejarnos la caricia de la gota de rocío, darnos una canción… la suya.
La noche cerró, como no podía ser de otra manera, Niurka, Silvio y Amaury se unieron para hacernos tocar el cielo con una Pequeña serenata diurna. Malva Rodríguez González revoloteó cada instante en la mágica noche. Ovación.
Mey. precisamente en ese museo de Juntai, pero en otro acto patriotico, fue la ultima vez que nos vimos en Beijing, ya luego ustedes regresarón, cuando pasastes por la Embajada a despedirte, yo no estaba. pero recuerdo todo, el concierto y el acto político despues.
y te recuerdo, trabajando afanosamente en la Olimpiada Beijing 2008.
pronto nos vemos allá.
Un beso.
Sí, las Olimpiadas nos dieron mucho trabajo, pero salió todo bien.Fue una pena no habernos despedido. Qué bueno encontrarte otra vez. Reparte besos allá. Nos vemos en nuestra ciudad.
Este post me hace recordar el de telegonz en su fin del mundo. A veces la solidaridad puede salvar vidas.