Me recibió desnuda. Después de tres días de sed fue ella la única que perdió su traje. Su cuerpo de líneas rectas se pintó de gris y era evidente su necesidad. Creo que las demás se burlaban, sin importar que también mostraban signos de deterioro. Era urgente, y para ella más.
Conectamos. Una mezcla de pena y susto se adueñó de nuestro diálogo silencioso. La desnudez se hace perfecta para ser revestida de caricias y, en su caso, de cierto verde. Nunca he aprendido a coser, a pesar de la promesa a mi abuela, pero ahora tendría que ponerle paciencia, porque ella necesitaba un vestido nuevo.
Claro, tendría que ser verde, el más brillante, el más luminoso. Parecería que somos muy distintas, pero se me antojó que compartíamos algunas medidas.
No puedo negar que dudé, pero una fuerza mayor me impulsó, su ropa anterior se la habían hecho crecer las manitas de Olivia. Ahora yo estaba a cargo y debía que cumplir con devolverle el esplendor, por más que trastocara la rutina.
Hablamos. Le dije que no me podía hacerme eso a mí, que necesitaba alguna señal de si iba bien con la cantidad de “hilo” de las mañana o si le resultaba cómodo el sitio para el baño de sol… No quiero más gris. Ya basta. Está hecha para brillar, aunque aún no lo sabe.
Después de un mes de caos, ella me devuelve los desvelos. Me hace un guiño y me sorprende con su primer pedacito de verde. Ciertas humedades y sus destellos milagrosos cambiaron su destino. La miro, y me imagino que es su hombro sobresaliendo con la coquetería de saberse vencedora. Hemos ganado.
Ahora me recibe apenas medio desnuda. Sigue presta a la caricia, a toda clase de cuidados y al diálogo silencioso. El vestido verde se va haciendo despacio. Es un buen comienzo.
Nyliam: ¡Qué bueno que hayas triunfado en rol de costurera! Hace poco yo fallé: quise ser sastre de una mata en aprietos, como estuvo la tuya, y no pude sacarle el verde que tú lograste rescatar. No la enterré, porque qué homenaje a una planta sería enterrarla, pero quise honrarla con otra compañera que sí se dio bien y ahora proclama su goce en mi balcón. Resumiendo, la tuya es una planta inteligente: sabe cuándo es el momento de vivir en esperanza y cuándo es hora de estrechar con las ramas.
Para ser la primera vez, no está mal, Enrique. De todas maneras, ya anoté tu solución alternativa. Crucemos los dedos. Seguiré tejiendo con verde, creyendo que es posible la salvación 😉
Cada vez que necesito encontrarme con las cosas tiernas de la vida, paso por aquí. Un fuerte abrazo Nyli.
Qué alegría encontrarte,Yailin!Gracias por la huella y por quedarte con esta mirada…Otro abrazo para ti. Nos vemos en JR 😉
La verde esperanza siempre renace. Cierro los ojos e imagino ese día, cada vez más entre el nunca y el tal vez, en que me encontraré contigo. Sí, estás vestida de verde.
Ojalá tengas razón. Me quedo vestida de verde…
quién dijo que todo está perdido?? ♪
Que capacidad tienes para transmitir que «vivir la vida» es la única forma de vivir, hasta una sencilla planta te siguió, ah una coincidencia febrero-marzo fue tan largo sin la presencia de ti y tus «ojos» que algunas hojas se pusieron mustias, pero abril van ta intenso que ya todo está verde.
Ojalá Guille, ojalá tengas razón y los meses que siguen sean mejores que los vividos. Cuando falto, puedes estar seguro que no es por falta de historias ni de ganas de escribir. A pesar de la demora es un alivio saber que me esperan…;)
Nyliam, de verdad que es hermoso leerte. Mucho talento para hacer poesía con un simple hecho cotidiano…y mucha ternura, claro!
Te mando un abracito =)
Sorpresa!!!! Qué maravilla volver a encontrarte aquí, Rom. Otro abracito para ti y no pierdas el camino de estos Ojos… 🙂
Nyliam es maravilloso lo que escribes, me gusta mucho leer tus textos me alivian el alma en estos días de tristeza.
No te dejes vencer por la tristeza, Ana, siempre hay algo a lo que aferrarse para seguir. Mil gracias por dejar tu huella en los Ojos. Bienvenida.