Lo había pospuesto más de una vez. Debía abrir las cajas y por fin horadar las esbeltas montañas de papeles acomodadas en los más insospechados rincones a su alrededor.
Su carromato no soportaba tanto peso y tampoco había espacio para andar con todo-todo a cuestas. Con el camino por delante, no tenía más opción.
Aunque no era la primera vez, ya no lograba concentrarse. Muchas veces temió ahogarse entre tantos libros, periódicos, notas, y aún así se aferraba a cada uno.
Respiró.Llegó la hora.
Comenzó despacio, como siguiendo los designios de un rito sagrado. Se dispuso a conservar solo algunos detalles para luego viajar al pasado. Soñó con su primer estante de libros —aún en proyecto— y hasta se dio el lujo de desear una pequeña biblioteca para los imprescindibles. Continuó.
Libros, cartas, declaraciones de amor y de susto, polvo, calendarios antiguos, listas de deseos, textos inconclusos, polvo, correos electrónicos impresos, diplomas y reconocimientos, tarjetas, fotos, tickets, polvo, viejas noticias impresas, cajitas dentro de cajas, piedrecillas, cintas, papel de regalo, polvo, revistas, notas para reportajes y comentarios, besos pegados a papeles amarillos, garabatos y dibujos, mariposas, polvo, agendas escritas, diálogos congelados en pequeñísimos pliegos, polvo…
Cada papel, incluso el más inútil, se fue sin permiso a hurgar en la memoria. De regreso ya no eran los mismos, se despedían y morían. Aún así, no pocos se salvaron, aunque solo para aguardar el próximo apocalipsis.
Ahora va más ligera de equipaje. Pero le pesa el alma. Se asoma a la planicie. No hay polvo. Tampoco un lugar para quedarse. Agarra lo que queda: Cajitas, libros, cartas, periódicos más recientes, revistas, aquellos primeros diálogos en trozos de papel y los sueños de siempre.Parte otra vez sin rumbo fijo.
También conservo muchas de esas cosas…pero hay dos opciones: o armar algo para que estén bien ordenadas en una especie de album o hacer una pequeña fogata y deshacerse. Ultimamente estoy más tendiente a la segunda opción…es liberador !
Son recuerdos del pasado, pero no hay que olvidarse que » siempre es hoy».
Besos!
No es facil, estimada Nyliam, deshacerse de lo que fue parte de la vida en su momento dado. Desgraciadamente hay veces que no queda mas remedio que seguir hacia adelante y como archivo tener la memoria hasta que esta nos falle en su condición de almacenamiento.Muy filosófico y real lo escrito por usted, Nyliam.. Saludos: Modesto Reyes Canto
Nyliam, esas recogidas son buenas… nos miman un poco la memoria, luego nos calma el desprendernos de algunas innecesarias, y hasta olvidadas, y después terminamos con menos basura en la casa… jejejeje… y claro, aun llenos de ella, pero más organizada… Pero nunca los botes todos, la memoria con los años es traicionera, y esos pequeñitos recuerdos suelen salvarnos los años, algún día…
Lo mismo puede pasar también con los soportes digitales. Cada vez guardamos más información de cualquier tipo que luego no queremos borrar, aunque sabemos que jamás la volveremos a procesar, incluyendo películas que nunca más veremos. Es cierto que no es exactamente igual que con los objetos físicos, sobre todo por el polvo, ese que adoramos los alérgicos. Tengo un viejo y polvoriento portafolios en un rincón lleno de cosas como las que describes. Sin embargo, no recuerdo la combinación de su cerradura. Mientras más pase el tiempo, el portafolios se volverá más misterio y recuerdo vago… Tal vez te invite a estar presente cuando decida abrirlo…
Nyliam, sin dudas eres capaz de recorrer los nítidos senderos del alma y deleitar con un alumbramiento inmenso al pensamiento y la reflexión de los simple mortales.
Gracias, Pedro, por llegarte a los ojos y ver después de sus muchos matices.
yo guardo esos recuerdos en un par de cajas y desempolvo la memoria todos los años.